Un arquitecto, el Palacio Rioja y la memoria obrera de #Valparaíso : un ensayo crítico desde los Derechos Culturales #patrimonio #editorial

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¿Qué secretos se esconden tras el frontis ecléctico del Palacio Rioja? ¿Cómo un mismo arquitecto pudo diseñar tanto una residencia palaciega como viviendas para obreros? ¿Qué nos dice esta dualidad sobre las desigualdades sociales y las luchas por la vivienda digna en el Valparaíso de principios del siglo XX? Este ensayo se adentra en el patrimonio ignorado de la región, explorando la obra del arquitecto Alfredo Azancot Levi y reivindicando el derecho de las comunidades a participar en la construcción de su propia historia. Acompáñenme en este recorrido por la memoria obrera de Valparaíso, donde la arquitectura se convierte en un escenario de lucha por la justicia social y los Derechos Culturales.

Mientras los acordes melancólicos de The Great Gig in the Sky de Pink Floyd fabrican la atmósfera en mi pieza donde se emplaza la preciada biblioteca que poseo, me encuentro inmerso en la paradoja de Alfredo Azancot Levi, un arquitecto que osciló entre la grandiosidad del Palacio Rioja y la humildad de las viviendas sociales en Valparaíso. Un escenario reforzado por lo onírico de cúmulos, descargas electrostáticas en las nubes que se despliegan en la voz etérea de Clare Torry, donde la percepción ensambla una realidad que manifiesta notoriamente, en las cláusulas que me convocan a sacar desde La Nada estas líneas, los ecos de las luchas obreras del siglo XX, recordándonos la fragilidad de la vida y la importancia de construir un mundo más justo.

Esta doble espectralidad en la obra de Azancot Levi me lleva a reflexionar sobre las ideas de Byung-Chul Han acerca de la sociedad del rendimiento y la necesidad de un tiempo contemplativo, donde un psicopoder vigila, controla, y mueve a los humanos no desde fuera, sino desde dentro. ¿Acaso la arquitectura monumental, como el Palacio Rioja, no es un reflejo de esa obsesión por la productividad y el éxito? ¿Y no son las viviendas sociales un intento de crear espacios para el cuidado y la convivencia, un contrapunto a la lógica del rendimiento?

La sociología simétrica, por su parte, nos invita a mirar más allá de las dicotomías simplistas y a comprender las interconexiones entre lo humano y lo no humano. En este sentido, el Palacio Rioja y las viviendas sociales no son meros objetos, sino actores en una red de relaciones que incluye a las personas, las ideas y las prácticas que los rodean.

Este ensayo es un intento de tejer una malla entre estas ideas, explorando la dualidad de la obra de Azancot Levi y su relación con las luchas sociales de su época. A través de la música de Pink Floyd, la filosofía de Byung-Chul Han y la sociología simétrica, busco arrojar luz sobre el patrimonio ignorado de la Metrópolis del Gran Valparaíso y reivindicar el derecho de las comunidades a participar en la construcción de su propia historia.

El Palacio Rioja, con su imponente fachada Beaux-Arts, se erige como un símbolo de la prosperidad y el refinamiento de la élite viñamarina de principios del siglo XX. Inesperadamente, sus muros esconden una narrativa fragmentada, un patrimonio ignorado que revela las profundas desigualdades sociales de la época. El arquitecto de esta mansión y otras obras monumentales, Alfredo Azancot Levi, no únicamente diseñó edificaciones palaciegas, sino que también fue el responsable de viviendas sociales destinadas a las clases trabajadoras, producto de las luchas sociales que marcaron el Valparaíso de comienzos del siglo XX.

Las dos caras de Jano en la obra de Azancot Levi reflejan la tensión entre la opulencia de la élite y las precarias condiciones de vida de la clase obrera. La omisión de esta faceta con vinculación comunitaria del arquitecto en la narrativa socialmente construida del Palacio Rioja perpetúa una visión sesgada de la historia, silenciando las voces y las luchas de quienes construyeron la ciudad desde los márgenes. Al no enfantizar el rol de Azancot Levi en la creación de viviendas sociales, como las emblemáticas Poblaciones Lord Cochrane (1923), Luis Barros Borgoño (1924-1925) y edificios de rentas Caja de Crédito Hipotecario (1918) en Valparaíso, se niega la importancia de la arquitectura como herramienta de transformación social y se perpetúa una imagen elitista de la cultura.

Aumentando la intensidad de la mirada con el aporte de la teoría actante-rizoma de Bruno Latour tenemos la potencia para comprender el Palacio Rioja como un actor en una red que se extiende más allá de sus muros, donde siguiendo a Whitehead dicha construcción monumental no por la imposición de un rol, si no por la incitación, que repercute de modos múltiples y dispares, lleva a tomar y prolongar dicho rol ( de acuerdo con Isabelle Stengers). Esta red rizomática incluye no solo los objetos y los espacios, sino también las personas, las ideas y las prácticas que los conectan. Al considerar el Palacio Rioja como un actante, podemos analizar cómo interactúa con otros actantes, como las viviendas sociales de Azancot Levi, las leyes de vivienda obrera de la época, como la Ley 1838 de Habitaciones Obreras, y los movimientos sociales que lucharon por el derecho a la vivienda digna, como la Liga de Arrendatarios de Conventillos. Esta perspectiva nos permite comprender el Palacio Rioja no como un objeto aislado, sino como un nodo en una red de relaciones donde se negocia la fabricación de la realidad social ( Laboratorio).

Reconfigurando esta teoría desde las materialidades del cuidado de María Puig de la Bellacasa, entendemos que el Palacio Rioja y las viviendas sociales de Azancot Levi son materialidades que encarnan las desigualdades sociales de la época y las luchas por la justicia social. El Palacio Rioja, con sus lujosos acabados y amplios jardines, representa el cuidado y la atención dedicados a las necesidades y deseos de la élite, mientras que las viviendas sociales, con sus diseños funcionales y espacios comunitarios, reflejan el esfuerzo por proveer un entorno habitable y digno para las familias obreras. Estas materialidades no son meros objetos inertes, sino que tienen agencia y capacidad de afectar y ser afectadas por las relaciones sociales.

El concepto de objeto fronterizo de Susan Leigh Star nos permite analizar el Palacio Rioja como un espacio de encuentro y conflicto entre diferentes grupos sociales. Este enfoque nos invita a cuestionar la narrativa oficial del palacio y a reivindicar el derecho de las comunidades a participar en la construcción de su propia historia y patrimonio cultural. Al reconocer el Palacio Rioja como un objeto fronterizo, podemos analizar cómo este espacio ha sido utilizado para legitimar el poder de la élite y excluir a las clases trabajadoras de la narrativa histórica, mientras que las viviendas sociales representan un espacio de resistencia y lucha por la inclusión.

Desde el enfoque de los Derechos Culturales, la omisión de la faceta socialmente comprometida de Azancot Levi en la narrativa del Palacio Rioja constituye una debilidad en la Garantía del derecho de las comunidades a acceder y participar en su patrimonio cultural. Este derecho implica no sólo la conservación y difusión del patrimonio, sino también la interpretación crítica y la reescritura de la historia desde una perspectiva inclusiva y democrática. La reivindicación del patrimonio ignorado de la Región de Valparaíso es un acto de justicia social y un ejercicio de Derechos Culturales. Implica reconocer la agencia de las comunidades en la construcción de su propia historia y patrimonio, y garantizar su derecho a participar en la toma de decisiones que afectan a su entorno cultural.

El estudio de Mario Ferrada sobre las claves paisajísticas de la vivienda colectiva moderna en Valparaíso, publicado en enero de 2024, nos brinda un marco para comprender la importancia de las luchas sociales y la arquitectura en la configuración del paisaje urbano. Este estudio nos invita a repensar la historia de la ciudad desde una perspectiva que reconoce la agencia de los actores sociales y la importancia de las luchas por la vivienda digna. La producción de conocimiento realizada por Ferrada entrega hallazgos sobre la obra de Azancot Levi en el contexto de las luchas sociales de la época, que nos aproxima a comprender cómo la arquitectura puede ser una herramienta de transformación social y un medio para reivindicar los derechos de las comunidades.

Al consultar en la literatura la investigación realizada por el mismo Mario Ferrada junto Cecilia Jiménez, en el capítulo La primera vivienda social en Valparaíso Fines siglo XIX – inicios siglo XX del libro 1906-2006. CIEN AÑOS DE POLÍTICA DE VIVIENDA EN CHILE de 2007, permite remontar los cursos de agua hasta cómo en Valparaíso, a partir de la segunda década del siglo XX, la sección técnica de la Caja Nacional de Ahorros, bajo la dirección del arquitecto Alfredo Azancot Levi, impulsó una notable transformación social a través de la construcción de viviendas masivas. Estas viviendas, destinadas tanto a sectores obreros organizados como a la clase media, reemplazaron los antiguos conventillos y elevaron la calidad de vida de muchos habitantes. Azancot, con una prolífica trayectoria en la región, dejó una profunda huella en Valparaíso y Viña del Mar con obras emblemáticas como el Palacio Rioja y el Arco del Triunfo regalado por la colonia británica.

La visión de Azancot trascendió la mera construcción de viviendas, abarcando la planificación y consolidación de sectores periféricos con gran potencial de integración urbana y paisajística. Los cerros San Juan de Dios, Barón y Playa Ancha fueron escenarios de este enfoque innovador. En estos cerros, se construyeron tres poblaciones simultáneamente, ofreciendo soluciones habitacionales diversificadas que se adaptaban a las condiciones topográficas de Valparaíso y a los diferentes niveles económicos de los residentes.

La Población Luis Barros Borgoño, en el cerro Barón, es un ejemplo destacado de esta iniciativa. Construida en un terreno aledaño a la iglesia San Francisco, este conjunto de viviendas se integra armoniosamente al tejido urbano existente, respetando la línea de edificación y creando pasajes interiores que fomentan la vida comunitaria. La elección de la madera como material predominante, junto con soluciones constructivas antisísmicas, garantizó la durabilidad y el buen estado de conservación de las viviendas a lo largo del tiempo.

La Población Lord Cochrane, en el cerro San Juan de Dios, es otro ejemplo del enfoque integral de Azancot. Este proyecto no solo proporcionó viviendas, sino que también contribuyó a la consolidación de la estructura urbana del cerro. La oferta de viviendas diversificada, que incluía casas aisladas, pareadas y continuas, así como un bloque de departamentos con espacios comunes y comercio, permitió atender las necesidades de diferentes grupos sociales y fomentar la diversidad en el barrio.

Las poblaciones construidas por la Caja de Ahorros bajo la dirección de Azancot Levi representan un hito en la historia de la vivienda social en Valparaíso. Estas soluciones habitacionales, que aún hoy permanecen vigentes, no solo mejoraron la calidad de vida de sus habitantes, sino que también contribuyeron a la configuración del paisaje urbano y social de la ciudad. La visión de Azancot, que trascendió la mera construcción de viviendas para abarcar la planificación urbana y la integración social, dejó un legado duradero que sigue inspirando a arquitectos y urbanistas en la actualidad.

El Palacio Rioja, como enclave cultural, tiene la responsabilidad de visibilizar y poner en valor el patrimonio ignorado del Gran Valparaíso. Esto implica reconocer la labor de Alfredo Azancot Levi en la construcción de viviendas sociales, así como las luchas sociales que las hicieron posibles. Además, debe fomentar la participación de la comunidad en la construcción de la narrativa histórica del palacio, a través de exposiciones, talleres y actividades que promuevan la reflexión crítica y el diálogo intercultural. Por ejemplo, se podrían organizar exposiciones que muestren los planos y fotografías de las viviendas sociales diseñadas por Azancot Levi, junto con testimonios de los habitantes de estas viviendas. También se podrían realizar talleres que inviten a la comunidad a reflexionar sobre la importancia de la vivienda digna y el derecho a la ciudad. Solo así podremos construir una narrativa histórica más inclusiva y democrática, que reconozca la diversidad de voces y experiencias que han configurado la ciudad.

A medida que los últimos acordes de The Great Gig in the Sky pierden su capacidad vibratoria sobre mis tímpanos diluyendo las sinapsis tormentosas entre diversas circunvoluciones cerebrales, me quedo con una sensación de profunda reflexión en el sentido que extiende el presente el Budismo Zen. La música de Pink Floyd, como la arquitectura de Azancot Levi, me hacen vivir la experiencia del penitente que busca alcanzar Delfos para tener acceso a los vapores desarrollando la premonición que habla de la dualidad de la existencia humana, de la tensión entre lo monumental y lo social, entre el rendimiento y el cuidado.

Desde la perspectiva de la sociología simétrica, el Palacio Rioja y las viviendas sociales de Azancot Levi no son meros objetos, sino actores en una trama reticular que nos invita a repensar la noción de patrimonio. El patrimonio no es solo un conjunto de edificios o monumentos, sino una experiencia viva, un tejido de relaciones entre lo humano y lo no humano, entre el pasado y el presente.

Los Derechos Culturales nos llaman a reconocer y proteger este patrimonio, no como un objeto estático, sino como un proceso dinámico que involucra a las comunidades y sus luchas por la justicia social. La omisión de la faceta socialmente comprometida de Azancot Levi en los discursos que se enredan con el Palacio Rioja debilitan el ejercicio de estos derechos, una negación de la memoria obrera del Gran Valparaíso.

La experiencia sensible de escuchar The Great Gig in the Sky mientras medito sobre estas cuestiones me recuerda la importancia de la emoción y la empatía en la construcción del patrimonio. Así, la música, como la arquitectura, puede ser un vehículo para conectar con el pasado, para comprender las luchas y los sueños de quienes nos antecedieron.

El patrimonio ignorado de Valparaíso es un llamado a la acción, una invitación a reescribir la historia desde una perspectiva inclusiva y democrática. Es un recordatorio de que la arquitectura no es solo una cuestión de estética, sino también de ética, de justicia social y de Derechos Culturales. Y es, reafirmándolo como Trabajador Social, un testimonio de la capacidad humana de crear, resistir y soñar con un mundo mejor.

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